El debate presidencial que quiero ver

El debate presidencial que quiero ver

Pasados ambos debates presidenciales previo a las elecciones, creo que no soy el único que se quedó con un sabor amargo.

Salvo por algunos momentos emocionantes, que fueron más de confrontación que de propuestas políticas, el debate se parecía más a las exposiciones orales que hacíamos en secundaria, donde nos aprendíamos el texto de memoria, y mejor no nos hagan ninguna pregunta o nos interrumpan porque estábamos fritos.

Con esta crítica no busco atacar directamente a los candidatos, sino al formato que convenientemente eligieron los partidos políticos y que le deja al electorado una sensación de no haber escuchado nada nuevo, o de no distinguir las personalidades e ideas de los candidatos.

En este post tenía ganas de enumerar las características que creo debería tener un debate serio y de valor en Argentina, usando de referencia algunos debates de otros países muyinteresantes.

1. Menos temas generales y más preguntas específicas

La realidad es que es imposible abarcar todos los problemas que tiene una sociedad de más de 40 millones de habitantes en un debate y que no dure más de una semana.

Ambos debates presidenciales para las próximas elecciones tocaron temas variados como: Relaciones Internacionales; Economía y Finanzas; Derechos Humanos, Diversidad y Género; Educación y Salud; Seguridad; Empleo, Producción e Infraestructura; Federalismo, Calidad Institucional y Rol del Estado; y Desarrollo Social, Ambiente y Vivienda.

Creo que la riqueza de presentar temas tan diversos y abarcativos es la posibilidad de cada candidato de pronunciarse sobre los aspectos de ese tema que más foco pretende ponerle durante su posible gestión.

Más allá de eso, creo que la ciudadanía en general le interesa ver respuestas simples a preguntas concretas. Saber cuál es la posición de cada candidato frente al aborto, frente a la desigualdad social, cuáles son las 3 medidas que aplicaría de manera inmediata en materia económica o cuál es su visión personal y la de su partido frente a la inseguridad.

En este sentido, existen debates en donde en vez de dar una temática definida, se les realizan diferentes preguntas concretas y de interés popular, que ayudan a la ciudadanía a no tener que leer entre líneas y conocer más a cada candidato.

Un caso muy divertido que me gustaría destacar es en el segundo debate presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump, donde los candidatos estaban obligados a responder preguntas del público y en este caso, les pidieron que mencionen alguna cualidad que respeten del otro candidato. Quizás esta no es una pregunta sobre propuestas para su gestión, pero si es una pregunta importante para evaluar la capacidad de cada candidato de ser empático y un buen líder y comunicador, a pesar de la competencia.

2. Proponer y atacar

En un debate presidencial, los candidatos deben tener el tiempo necesario para explayar sus ideas con claridad. Todos estamos de acuerdo en que Empleo, Producción e Infraestructura (por ejemplo) es un eje muy central en la política y el rumbo de un país, como para tener sólo 3 minutos en los cuales los candidatos pronuncian sus ideas.

Pero sin meterme en la cantidad de minutos que son necesarios para poder transmitir las ideas y los valores de un candidato y su equipo, (que creo que se acercan más a 1 hora que a 15 minutos por debate por candidato) es más importante usar el tiempo para dar a conocer propuestas. Nosotros como votantes, esperamos escuchar acciones concretas y fundamentadas.

Un gran debate sería una combinación de propuestas claras y fundamentadas, a la vez que intentar incomodar a los demás candidatos siendo tan respetuoso como incisivo. Al fin y al cabo, un debate es una discusión en donde cada parte expone ideas y defiende sus opiniones; y para tener la posibilidad de defender las opiniones cada candidato debe estar abierto a planteos y acusaciones.

El debate español de los candidatos a presidente de este año fue una muestra que es posible expresar ideas, a la vez que atacando a los demás candidatos.

En el debate español, el tiempo de cada candidato es el mismo, pero no está fijo, por lo que se pueden interrumpir y con eso generar interacciones más ricas a mi gusto.

3. Mostrar la personalidad del candidato

Creo que la siguiente característica es la más interesante y el motivo fundamental por el que el debate debería existir.

En el párrafo anterior decía que un debate es una discusión. Una discusión es una conversación o diálogo en el que cada quien defiende sus intereses. El formato propuesto en el último debate tenía más una sensación de monólogo, que de diálogo; y es ahí donde se pierde la parte más rica de un debate presidencial.

Para mostrar la personalidad de cada candidato es importante la libertad de interrupción y la posibilidad de hablarse directamente con otro candidato, haciéndole preguntas concretas y esperando respuestas a esas preguntas, y no a otras para esquivarlas.

La forma en la que tiene el candidato de comunicarse, las reacciones que tiene cada uno mientras otro está hablando y las formas de interrumpirse y de discutirse, son claves para descifrar el carácter real de cada candidato en una situación de estrés. Creo que quien tenga el temple suficiente para sobrellevar una situación tan estresante airosamente, merece ser considerado para la presidencia.

Un formato perfecto en el que los candidatos puedan dialogar y confrontarse sería donde hubiera solo dos personas debatiendo. En este caso, si uno incomoda al otro con alguna frase o pregunta, el otro candidato es el único ahí para responder y defenderse, lo que lo hace todavía más estresante, y requiere una preparación mayor, ya no estudiar de memoria algunas propuestas.

Como nuestro país tiene más de dos candidatos a la presidencia se podría optar por un formato más parecido al español, en el video anterior, que es un poco más desprolijo pero que de seguro se ve en pocos minutos el carácter de cada candidato.

Les dejo un fragmento muy interesante de un debate fránces entre Sarkozy y Royal en 2007, donde Sarkozy logra sacar de sus casillas y termina ganando el debate al ver a su oponente nerviosa diciéndole:

” ¡Cálmese! No me señale con el dedo. Usted se sale de las casillas con mucha facilidad y eso no es bueno para un presidente de Francia”

En resumen

Creo que al debate presidencial argentino le faltan muchas modificaciones para poder sacarle el verdadero provecho que todos necesitamos.

En primer lugar, no se debería consensuar con los candidatos los términos del debate. Parece un debate pensado para los políticos, y no en los votantes.

En segundo lugar, necesitamos conocer realmente las propuestas llevadas a acciones de los candidatos. Un debate no es un lugar para slogans ni para marketing, es para hablar de gestión y de números.

Por último, los votantes queremos conocer a los candidatos como personas, más allá de sus partidos políticos. A fin de cuentas, quien va a gestionar el Estado en los próximos 4 años es una persona y es importante ver si tiene la valentía y el temple suficiente para asumir semejante rol.

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