¿Por qué no reaccionamos?

¿Por qué no reaccionamos?

Estoy hace días haciendome esta pregunta, y sin encontrar una respuesta. Se me derrumban sentimientos de orgullo patriótico, reemplazados por una vergüenza que no es ajena, porque yo me siento parte del problema.

Entiendo los conflictos sanitarios, sociales y económicos que puede generar una pandemia, y no soy médico para ponerme a hablar sobre formas de prevención o de inmunología. Pero soy un ciudadano, y me considero con el criterio suficiente para entender que las cosas que están pasando no son normales.

Miramos los países vecinos y vemos, en comparación, un aprovechamiento de la cuarentena para resolver cuestiones personales y políticas, que si nos ponemos a analizar no tienen la relevancia suficiente en un contexto tan devastador.

Entonces, me pregunto: «¿Por que no reaccionamos?». Por qué no reaccionamos todos. Como sociedad. Y la respuesta la encontré, en parte en una condición psicológica que tenemos, y que los políticos, en este caso, están utilizando a su favor.

La indefensión aprendida

La “indefensión aprendida” es la condición de una persona que aprendió a comportarse de una forma pasiva, sin poder reaccionar ni hacer frente a hechos que le hacen daño a pesar de que existan posibilidades reales de ayudarse a sí mismo.

Esta imagen del caballo es un ejemplo perfecto. Todos sabemos viendo la fotografía que el caballo podría huir si quiere. Esa silla de plástico no lo detiene. Pero lamentablemente, al caballo le enseñaron que no tiene posibilidad de escapar, y es por eso que cada vez que lo atan a cualquier cosa, el considera que intentar huir es inútil.

caballo silla

¿Y si eso mismo nos está pasando a nosotros? ¿Y si tenemos la oportunidad de rebelarnos, de escapar, pero estamos ciegos?

En la teoría, la indefensión aprendida se relaciona con una depresión que resulta de la percepción de que no se tiene el control sobre el resultado de una situación.

Pero más allá de su definición en el plano psicológico, me di cuenta que hoy estamos viviendo un momento traumático y de incertidumbre general, que nos tiene a todos, o la mayoría en una situación de «shock» y sin poder reaccionar. Momento más que oportuno para quienes toman las decisiones de hacer «de las suyas».

El adoctrinamiento del shock

Actualmente vemos en la mayoría de los medios y la política un mensaje común degenerar miedo y paralizarnos. Esa manipulación mediática y política nos encamina a permanecer en un estado de shock y preocupación, y de esta forma que no podamos reaccionar a las injusticias sociales y las pérdidas de derechos que se nos imponen.

Por si esto no fuera poco, vemos que el gobierno, con los medios de comunicación reafirmando, nos «enseñan» que estas medidas amargas (injusticias sociales y pérdidas de derechos) son “inevitables”, y que quienes nos gobiernan toman estas decisiones sin querer hacerlo y con el único objetivo de protegernos. Cuidado! Si no entendemos, es porque ellos saben más que nosotros.

John Dewey nos advertía que una sociedad libre debe producir personas libres. Es decir, personas con capacidad de elección y de discernimiento; de comprender lo que les pasa y de ser capaces de cambiar su situación si así lo deciden.

Pero para poder aspirar a una sociedad libre con personas libre es necesario que las personas tengan garantizado el acceso al conocimiento, y aún más importante, sean capaces de manejar de forma crítica la información que recibe. 

Podemos ver estos comportamientos en sociedades que están pasando climas de guerra, de revolución, de derrumbes económicos, catástrofes medioambientales, y ahora, por qué no, en el medio de una pandemia.

Les dejo un video, subtitulado, en el que se mencionan muchos ejemplos donde los gobiernos utilizan la doctrina del shock para que nosotros como población no veamos la posibilidad que tenemos de reaccionar, de quejarnos, de hacer frente a las injusticias y destratos.

Una locura, ¿no? Y lo que es más loco es darnos cuenta que este tipo de tortura es lo que están haciendo ahora mismo con nosotros. Nos intentan convencer de que tenemos que aceptar la pérdida sistemática de derechos y libertades sin resistir ni protestar.

El mensaje que recibimos es: Esto es lo que vamos a hacer. No van a poder hacer nada para evitarlo. Sin ponerme partidario, hace unas semanas el actual presidente argentino fue claro: «Si lo entienden por las buenas, bien. Y si no, me han dado el poder para entenderlo por las malas.»

No es por la pandemia

Autor: Manel Fontdevila

Pero esta realidad que vivimos actualmente, en un estado de shock no se debe solamente a la actual pandemia del COVID-19. No nos podemos hacer los tontos.

Los argentinos vemos la corrupción como uno de los grandes problemas del país pero, por alguna razón que no entiendo, sabiendo quienes son los corruptos, esa indignación no va acompañada de un castigo en las urnas. 

Al parecer, la capacidad de asombro de la ciudadanía está permanentemente puesta a prueba, y lo normal sería que nos indignemos ante estas circunstancias, defendiéndonos en conjunto como pueblo a quienes quieran perjudicarnos.

Igualmente, no estoy diciendo nada nuevo. Y siendo honesto, tampoco es un problema que tengamos solamente en Argentina. La paradoja de la corrupción nos muestra que, mientras que se la considera socialmente en sí misma un comportamiento inaceptable, algunos políticos corruptos mantienen casi intacta su popularidad.

Reflexión final

Mientras atravesamos una pandemia de la que no se conoce cura y mata, estamos viviendo un clima autoritario donde los gobiernos nos dicen lo que tenemos que hacer, advirtiendo que «no hay otra salida».

Desde mi humilde lugar, creo que cada individuo de una sociedad no puede perder nunca la capacidad de tener un pensamiento crítico. Poder dudar de lo que nos dicen.

Nunca antes una sociedad tuvo acceso tan fácil a tanta información. Debemos usarla a nuestro favor. Estudiar, aprender y quejarnos, si vemos que en realidad «si hay otra salida».

No les quiero decir lo que tienen que pensar. Sería un poco contradictorio atacar a los medios de comunicación diciendo que adoctrinen, e intentar hacer que piensen como yo.

Es por eso que solo explico mi punto de vista. Todos podemos sufrir de un condición de «indefensión aprendida». Todos podemos estar en un estado de «shock», donde no sabemos qué pensar, qué decir o cómo reaccionar. Pero creo que si nos hacemos responsables de esta realidad y usamos toda la información del mundo a nuestro favor, podemos romper esta paradoja. Tener un pensamiento crítico, y demandar las injusticias que percibimos.

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